¿Cae más pronto un hablador...?
Si algo callé, es porque entendí todo..
Gustavo Cerati
En mi educación, como en la de muchos, mis padres utilizaban un sinfin de dichos populares que me repetían a diario. Uno de los ejemplos que más tengo presente es aquel en que si se me ocurría criticar algo o a alguien, o decirle a mi madre: “yo nunca haría algo como eso”, ella respondía inmediatamente: “hija, cae más pronto un hablador que un cojo”. Y de acuerdo a mi experiencia, este dicho tiene mucho de razón, lo hemos visto muchas veces; hacer compromisos con nosotros mismos diciendo: “ya nunca dejaré mis cosas desorganizadas”, “no voy a dejar la dieta”, “yo nunca le mentiría a mi pareja”, “cuando por fin viva sólo, nunca dejaré de visitar a mis papás”, “nunca seré estricto con mis hijos”. Es muy probable que terminemos haciendo justo eso que juramos NO hacer.
¿Cómo es que pasa esto? ¿Por qué si nuestra idea es tan firme, solemos caer en la situación que intentamos evitar?
Primero, me gustaría hacer mención de que nuestro lenguaje (lo que decimos) tiene un firme impacto en nuestras conductas (lo que hacemos). Ha habido estudiosos, como el lingüista Benjamín Lee Whorf, quien sostenía que “el lenguaje que hablamos condiciona nuestro pensamiento porque el mundo real de cada uno está modelado de forma inconsciente por los hábitos lingüísticos del grupo al que pertenece. Así que el lenguaje configura nuestra experiencia del mundo.” A pesar de que en su tiempo, los planteamientos de Whorf fueron considerados extremistas por quienes leían sus obras, recientemente esta idea ha inspirado diversas investigaciones y estudios.
En la Universidad de Moscú, la investigadora Irina Guseva realiza estudios de los diversos idiomas, específicamente los de habla hispana, llegando a la conclusión que el idioma español en España y en Argentina, por ejemplo, forman un diferente tipo de pensamiento pues, como menciona: “El lenguaje de cada pueblo es una estructura muy lógica y original que refleja la forma en que los hablantes de la lengua organizan su experiencia acumulada durante siglos, que incluye elementos a través de los cuales se transmite la herencia cultural de la comunidad.” Así es que nuestros dichos, modismos, refranes de sabiduría popular en México, están llenos de nuestra historia como país, como pueblo colonizado que logró su independencia, y todos los aspectos que han sido parte de los mexicanos. Pero considerar la historia y cultura de un país no sólo es importante para entender algunas frases dentro de su lenguaje. También lo es para enteder la forma en que se estructura su pensamiento, y por ende el porqué tienen ciertos comportamientos.
La investigadora Lera Boroditsky, retomando los planteamientos de relatividad lingüistica de Whorf, ha encontrado diferencias en la concepción de tiempo y espacio en diferentes culturas de acuerdo a cómo está estructurado su lenguaje. Finalmente, todo esto es importante porque sólo podemos nombrar un concepto, de acuerdo a la forma en que le damos significado. Por ejemplo, Boroditsky mencionaba que mientras para nosotros sólo existe el color azul, ya sea bajito, cielo, marino, etc., para los rusos existen diferentes palabras para determinar los diferentes tipos de azul, y en una de sus investigaciones encontró que era más fácil y rápido para un ruso identificar la diferencia entre los azules, que para un americano, puesto que su lenguaje define claramente que son tonos distintos. Su conclusión es que “Lo que normalmente llamamos pensamiento es en realidad un complejo conjunto de colaboraciones entre representaciones y procesos lingüísticos y no lingüísticos”.
Todo esto nos lleva a que, hablamos de lo que conocemos, pero lo damos significado o intención de acuerdo a lo que decimos y cómo lo decimos, como menciona V.S. Ramachandran en su libro Lo que el cerebro nos dice, “Toda expresión hablada, positiva o negativa, produce una descarga emocional desde el cerebro”. Lo que hablamos evoca una imagen, pero también una emoción dentro de nosotros que produce químicos en nuestro cerebro.
Los neurólogos Mark Waldman y Andrew Newberg, en su libro Las palabras pueden cambiar tu cerebro mencionan diversos estudios donde encontraron que: "Una sola palabra tiene el poder de influenciar la expresión de los genes que regulan el estrés físico y emocional", específicamente se referían al impacto de la palabra NO, en este sentido. Así es que, como mencionaba Joe Dispenza en una conferencia de TEDtalk, el impacto de decir 10 veces No, y posteriormente 10 veces SI, hacía que los participantes referieran una sensación contrastante en el cuerpo después de experimentarlo. El uso de la palabra NO en nuestro lenguaje, tiene una intención que es difícil para el cerebro de procesar.
El neuropsicólogo Arnoldo Tellez en su libro Hipnosis clínica mencionaba que la palabra NO, no es algo que puedas llevar a la práctica al no ser algo concreto, por lo que el cerebro tenderá a evocar la idea que estamos pretendiendo negar. Por ejemplo, solicitar que NO pienses en unas zapatillas azules con bolitas, puede resultar una instrucción difícil de cumplir. Es por ello que al repetir muchas veces lo que NO haremos, lo que NUNCA permitiremos, es justo lo que viene después de la negación en nuestro enunciado, lo que el cerebro está evocando, reproduciendo, haciéndonos propensos a convertirlo en una profecía autocumplidora.
¿Por qué negamos con tanto ahínco aquello que deseamos NUNCA hacer?
Podría relacionarse con el arquetipo de la sombra de Jung, en el cual negamos nuestra parte negativa, no la queremos reconocer y pretendemos mantenerla oculta, en rechazo total a la posibilidad de que sea aceptable para nosotros. Pero como menciona Jung, mientras más lo negamos, más susceptible es que salga a la luz, mostrándonos cómo somos. Cayendo más pronto que un cojo en lo que, según hablamos, nunca haríamos. Lo positivo y maravilloso del ser humano, de la forma en que nuestro cerebro es capaz de implementar cambios, es que podemos aprender una nueva forma de hablar y con ello, una nueva forma de pensar.
¿Que hacer?
Haz consciente el tipo de palabras que generalmente usas;
Habla y escribe sobre las cosas que te hacen sentir bien;
Agradece;
Reconoce tu parte iluminada.
Referencias bibliográficas.
Borodotsky, Lera (2004), Relatividad Lingüistica, Tecnológico de Massachusset.
Ramachandran, Vilayanur S. (2012), Lo que el cerebro nos dice: los misterios de la mente humana al descubierto.
Waldman, M., Newberg, A. (2016). Las palabras pueden cambiar tu cerebro.
Tellez, Arnoldo (2003), Hipnosis clínica: un enfoque ericksoniano.
Jung, Carl Gustav (1999). Obras completas.