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Cómo dejar de tener miedo a enamorarse.


"Nadie se muere de amor, Catalina, ni aunque quisiéramos.” Ángeles Mastretta, Arráncame la vida

El miedo es una emoción que más que ser alguna forma de patología, es una reacción natural que nos ayuda a protegernos, pues como menciona Giorgio Nardone en su libro Mas allá del miedo: “Sin una dosis de miedo no se sobrevive, puesto que ésta es la reacción que nos alerta ante los peligros reales y nos permite afrontar tales situaciones después de haberlas reconocido como peligrosas”, y hace énfasis en que cada persona será quien le de una medida a su miedo en función de lo que podría dejar de hacer a causa de éste; cuando el objeto o situación que provoca nuestro miedo impida que seamos funcionales, será el momento de buscar ayuda profesional.


Filofobia.

La filofobia es un trastorno de ansiedad (del griego filo=amor fobia=miedo). Se caracteriza por un rechazo a establecer relaciones afectivas o de pareja, o en su caso, evitar comprometerse a un nivel más profundo. Podría derivarse de relaciones amorosas pasadas que imprimieron una huella profundamente dolorosa en la persona, o quizá de una idea del amor generada en la infancia de un ideal que es difícil de alcanzar. La persona que tiene miedo al amor, cuando siente que puede volver a vivir una situación en la que se muestre vulnerable, suele bloquearse, sentir un miedo incontrolable que le impide iniciar la nueva relación. Podría suceder que en caso de sentir que se está enamorando, sea presa de pánico y rechace continuar con esa posibilidad de sufrir... de amar.

Giorgio Nardone en su libro Los errores de las mujeres en el amor menciona la historia de una pareja novios en la cual él suele regalarle a ella una rosa cada vez que le es infiel; con el tiempo ella descubre esta tendencia y termina su relación. Un tiempo después ella vuelve a enamorarse y establece una nueva relación; la primera vez que este nuevo novio le regala una rosa, ¿Qué pasará en la mente de nuestra protagonista?

“Por lo general, una persona impulsada por el miedo entra en el círculo vicioso de las evitaciones” nos menciona Giorgio Nardone. Evito conocer personas, o evito involucrarme en las relaciones; mantengo alejado lo más posible la posibilidad de sentirme vulnerable, de ser resultar herido. Evito mostrarme, enseñar al mundo todo lo bueno que puedo ser, evito aceptar cumplidos, creerme que soy apreciada o apreciado.


Más que una fobia como tal, el miedo a enamorarse resulta parte de nuestros aprendizajes. Quizá nos enseñaron que existe un amor ideal, que debe cumplir con ciertos requisitos, un amor perfecto que automáticamente va a completarnos y que se convertirá en el sentido de nuestra vida. Si bien puede ser muy lindo esperar a tener una experiencia así, o realmente vivir una experiencia así, ¿qué pasa cuando sentimos que no somos lo suficientemente perfectos para esta persona perfecta? Muy probablemente evitaremos encontrarla. Por otra parte, nuestro aprendizaje también puede provenir de las experiencias previas, fracasos en alguna relación pasada, alguien que no correspondió a nuestro amor como esperábamos, o quizá una interpretación que le dimos a algo que sucedió. Porque como dijo el filósofo Séneca: “Estamos a menudo más asustados que heridos, y sufrimos más por la imaginación que por la realidad”. Pero, así como aprendimos que el amor es algo temible, que pudiera resultar doloroso, angustiante, etc. podemos reaprender, concebir nuevas formas de relacionarnos de una manera más saludable.


¿Qué hacer para transformar nuestro miedo al amor?

Una vez que hemos identificado qué tanto nos impacta esta situación, podemos estar en posición de determinar o decidir si debemos acudir a consultar un profesional, o si podemos implementar pequeñas acciones que vayan transformando la manera en que percibimos esta realidad y cómo actuamos ante ella. Aquí presentamos algunos puntos:




1. Prácticar el estar presente.

Nada puede curar el alma sino los sentidos.”

Oscar Wilde


Sofia Bauer en su libro Síndrome de pánico, una señal que nos despierta menciona que: "Hay que aprender a vivir por momentos y momentos presentes” esto como una importante estrategia para permitir a la mente descansar de los pensamientos que nos invaden, y nos llenan de temor. Llegar a una reunión por ejemplo, conocer a una persona que nos resulta además de atractiva, interesante, con un sentido del humor que nos checa, y quizá perder la oportunidad de pasar una velada agradable o quizá conocerlo más allá de esa reunión, por llenar la mente con pensamientos atemorizantes: ¿Cuál será su intensión?, ¿Será buena persona?, si somos mujeres ¿si muestra interés es porque buscará solo llevarme a la cama?...


El psicoanalista Fritz Perls mencionaba que el 80% de toda nuestra percepción del mundo es pura proyección, y agregaba que la mayor parte del restante 20% también. El continuo “darse cuenta” como él mismo lo llamaba, se convierte en una técnica para practicar continuamente hasta poder dominarla. El Dr. Ernest Rossi en un trabajo de investigación de psicobiología demuestra que, derivado de los procesos naturales del organismo que tiende a regenerarse y curarse a sí mismo, si cada hora y media del día la persona se detiene veinte minutos, las memorias impregnadas de trauma en las células se van eliminando y desapareciendo el estrés.


Puedes tomarte diariamente unos minutos para sólo respirar, haciéndote consciente del momento presente, pudiendo quizá apreciar los sonidos alrededor, los olores de nuestro espacio, el aroma de un buen café, de un buen vino, de una deliciosa comida, la textura de los elementos que tenemos a nuestro alcance, quizá disfrutar de sentir nuestro propio cuerpo… practicar el destinar tan sólo unos minutos a tener una especie de descanso de los pensamientos que generan estrés o ansiedad. Esta práctica de estar consciente estos minutos diarios, puede comprender quizá esos momentos en que disfrutemos de ser como somos, de las personas que forman parte de nuestro día a día; por ejemplo, dar los buenos días a vecinos o compañeros de trabajo de manera consciente, genuinamente deseando que sean días buenos para ellos, para nosotros.


2. Aceptarnos como un paquete completo.

¿Es el amor un arte? En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo.

Erich Fromm


Conocernos, es el segundo paso propuesto en este camino de dejar de tener miedo a enamorarte. Hay que aprender a conocernos, saber distinguir lo que nos gusta de lo nos disgusta, reconocer nuestras limitaciones y sentirnos orgullosos de nuestras fortalezas. Enamorarnos de lo que somos. Aceptarnos así, como un paquete completo, con virtudes y defectos, y aprender a amarnos justo como somos, incondicionalmente. Como menciona Bucay en su libro Amarse con los ojos abiertos: “Mucha gente vive arrancada de sí misma, sacada -como se dice ahora-, conectada sólo con lo que piensa y sin idea de lo que realmente siente. Así es muy difícil entregarse al amor. Para amar es imprescindible animarse a mirar hacia adentro. Así, sin necesidad de que haya conflicto puedo mirarme, estar conectada y ser yo misma. Si no me muestro, nadie puede amarme. En todo caso amarán mi disfraz. como vos decís, y eso no me sirve.”

Es después de esto, que estamos en posibilidad de aceptar a otro como paquete completo a su vez.


3. Mantener tu vida en tus manos.

Tomar tu vida dejándola en tus manos, te responsabiliza; evitar compartirla con otros, te limita. La relación con el otro nos permite reconocernos a través de encontrar nuestro reflejo en su persona, nos hace crecer, convertirnos en mejores seres humanos, y reconocer al otro, apoyarlo a crecer también. Virginia Satir en su libro Contacto Intimo menciona la importancia de usar nuestra fuerza y/o poder, el mismo que usamos para movernos, para protegernos, también para conectarnos con el otro; y que, aunque todos anhelamos este contacto, muchos se alejan de la posibilidad culpando al otro por su propio miedo, o haciéndolo responsable de la propia vida

Este tercer paso, nos lleva asegurarnos de alguna forma, que no perderemos el control de nuestra vida aun cuando podamos iniciar una relación. Cuantas veces no hemos puesto como argumento para evitar relacionarnos la simple frase: “no quiero problemas”, “así estoy bien”; porque creemos que la pareja tendrá el poder de desestabilizarnos. Pero como dice Bucay, el objetivo de las relaciones es sumar, no restar, y vale la pena y vale el esfuerzo el encuentro entre los dos, porque siempre nos llevarán a aprender y crecer interiormente. De esta forma, me hago responsable de mis emociones, aprendo a comunicarme de manera asertiva, me doy cuenta de soy yo quien decide cómo interpretar cada cosa que sucede a mi alrededor y qué lugar le doy.


4. Permitirte estar dispuesto.

En 1996 el psicólogo social Arthur Aron llevó a cabo un experimento en la Universidad de Stony Brook, de Nueva York. Su objetivo era averiguar cómo funcionaban esas variables que podían establecer una unión entre dos personas desconocidas, y cómo mediante una serie de preguntas, se conseguía crear entre ellas un fuerte vínculo de intimidad. En un principio, el trabajo de Aron no buscaba en absoluto conseguir que dos personas se enamoraran. Su trabajo fue llevado a cabo en un contexto experimental y de laboratorio. En enero de 2015, en la revista The New York Times se publicó un artículo de la académica Mandy Len Catron donde, mediante las 36 preguntas que el profesor Aron estableció para conseguir ese vínculo de intimidad entre dos personas, se observó que era posible enamorarse y tener amplias posibilidades de lograr sostener una relación estable, ya que el nivel de intimidad que se genera al compartir esta información tan personal, generalmente puede tomar meses para que se llegue a él, si es que se llega alguna vez. Catron lo había realizado y daba constancia de que era así. Finalmente, menciona que hay un factor que hace que algunos participantes del estudio se enamoren y logren entablar una relación de pareja y otros no, y es la disposición, tener en mente la posibilidad de enamorarse.


Como en cualquier proceso terapéutico, es indispensable el deseo de cambio, la intensión de dar los pasos necesarios para lograr vivir diferente.


Para cerrar, una metáfora que plantea Jorge Bucay en su libro Amarse con los ojos abiertos: “…como surfista: siguiendo la ola… No sólo hay que dejarse llevar por la ola, sino que también es cierto que no todas las olas sirven para surfear. La metáfora se ajusta a todo lo que pensamos: Para hacer surf tienes que estar dispuesto a lo que no puedes prever (nadie sabe cómo vendrá la ola). Todo es una mezcla de arte y entrenamiento, nadie nace sabiendo hacerlo y, además, es imprescindible estar dispuesto a correr el riesgo de uno que otro chapuzón y de algunas caídas que nos dejarán llenos de moretones y de experiencias para la próxima ola.”


Así, respirando, así, aprendiendo, reaprendiendo.

Referencias:

Bauer, S. (2001). Síndrome de pánico una señal que nos despierta.

Bucay, J. (2000). Amarse con los ojos abiertos.

Catron, M. (2015). Cómo enamorarse de cualquier persona siguiendo estos pasos.

Fromm, E. (1956). El arte de amar.

Nardone, G. (2003). Más allá del miedo.

Nardone, G. (2011). Los errores de las mujeres en el amor.

Rossi, E.. Rossi, K. (2008) La nueva neurociencia de la psicoterapia, la hipnosis terapéutica y la rehabilitación: un diálogo creativo con nuestros genes.

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